Diarrea, la alteración de salud más frecuente en el viajero

Muchos de los trastornos pueden evitarse con información adecuada y pautas preventivas

La llamada “diarrea del viajero” es una de las complicaciones más frecuentes en los viajes a cualquier lugar del mundo, y en particular a países con menores condiciones higiénico-sanitarias. Se estima que aproximadamente un 60% de los viajeros la padecen, de los cuáles un 20% se ve obligado a guardar reposo en cama durante uno o varios días y un 40% tiene que modificar su itinerario por éste motivo.

La infección se adquiere por vía oral a través del consumo de alimentos o bebidas contaminadas con los microorganismos, comidas estropeadas y/o ingestión de sustancias tóxicas. Por lo tanto, resulta de suma importancia:

 

– Beber siempre bebidas embotelladas y cerradas y no usar agua del grifo para hacer hielo que luego vaya a ser consumido, ni para cepillarse los dientes o lavar alimentos

– Lavarse las manos con frecuencia y usando jabón. Para secarlas, usar una toalla limpia o simplemente aire

– Evitar las ensaladas y vegetales crudos

– Pelar la fruta uno mismo

– Evitar los cubitos de hielo en las bebidas

– Evitar alimentos crudos o poco cocinados o alimentos comprados a vendedores ambulantes

– Evitar helados, natillas, flanes, cremas y derivados lácteos no pasteurizados

Las infecciones bacterianas son las responsables de más del 90% de las diarreas agudas del viajero. Los microorganismos más frecuentes son: Escherichia  coli (E. coli) enterotoxigénica, la más frecuente en todo el mundo, aunque el mayor foco se sitúa en América Latina; Campylobacter sp, tiene su foco de acción en el sureste asiático, México, Perú y Bali; Giardia lamblia se encuentra en las montañas rocosas de América del Norte, Rusia y Nepal; Cryptosporidium paryum es típico de Rusia; Cryptosporidium cayetanensis suele afectar a los viajeros que se trasladan a Nepal; Salmonella sp, Shigella sp, Yersinia sp y Aeromonas sp. Algunos virus (Rotavirus) y, en menor medida, algunos parásitos (Giardia Lamblia).

En España son frecuentes en verano las debidas a Salmonella, Staphylococcus o Campylobacter.

Algunos de ellos actúan de forma que al ingerirlos producen una toxina que actúa sobre la membrana del epitelio intestinal y causa una pérdida de agua y electrolitos, o por la penetración de una bacteria en la célula del epitelio intestinal, donde se multiplica y produce una destrucción que ocasiona una pérdida de agua. La primera de seis a siete deposiciones diarias y es básicamente agua. La segunda, en cambio, es una diarrea inflamatoria, se observa moco en las heces, no es tan líquida y tiene menos deposiciones que la primera.

La consecuencia más habitual de la diarrea es la deshidratación, ya que se elimina mucha agua junto a electrolitos (minerales y otros líquidos presentes en el cuerpo). Por ello, ante una situación de diarrea durante el viaje, lo principal es mantener una buena rehidratación y hacer una dieta astringente. Si la diarrea persiste, va acompañada de fiebre o presenta sangre en las deposiciones, se debe consultar a un médico lo antes posible.

Los tratamientos antidiarreicos tienen diferentes mecanismos de acción en función de su composición. Algunos productos actúan como “efecto tapón”, muy efectivos aunque con un alto riesgo de mantenimiento de la infección, otros regeneran las funciones fisiológicas del intestino disminuyendo la secreción de agua intestinal o mejorando su flora y últimamente han aparecido nuevos productos que crean una barrera mucoprotectora que no sólo produce una barrera que evita la pérdida de líquidos, sinó que restaura las funciones fisiológicas intestinales y evita la sobreinfección.

En ocasiones la diarrea aparece una vez el viaje ha concluido. En estos casos es importante consultar a un especialista de un centro de atención al viajero durante las dos primeras semanas.

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