La piel tiene memoria. Seguro que esta afirmación te resulta familiar, pero ¿sabes realmente qué significa y qué implicaciones tiene? Coincidiendo con el Día Europeo de la Prevención del Cáncer de Piel, y a punto de comenzar el verano, hemos recopilado algunas ideas para proteger del sol a los niños.
La piel tiene memoria
Todos los dermatólogos y expertos en dermofarmacia coinciden en que la piel tiene memoria, una expresión que se utiliza para referirse al hecho de que, aunque las quemaduras solares no dejan cicatriz, las células de la piel sí pueden acumular daños en su secuencia de ADN tras la exposición solar.
Con el paso de los años, abusar a la hora de tomar el sol o hacerlo inadecuadamente puede dar lugar a desarrollar cáncer de piel u otras enfermedades relacionadas. De hecho, estas patologías pueden diagnosticarse años después de que se haya producido el daño celular.
Por esta razón es muy importante educar a los más pequeños en la importancia de protegerse del sol, así como estar atento a los cambios que pueden aparecer en la piel.
Proteger del sol a los niños
Los niños necesitan tomar el sol para sintetizar la vitamina D que les ayudará a fortalecer sus huesos, su sistema inmunitario y su sistema nervioso.
Ahora bien, una exposición al sol excesiva puede redundar en irritación de la piel, reacciones alérgicas o quemaduras. Si tenemos en cuenta que la piel de los menores es más sensible y delicada que la de los adultos, una de las primeras decisiones a tomar es cuánto tiempo deben pasar los niños al sol para garantizar que esto no ocurra.
En este sentido, un estudio del Grupo de Investigación en Radiación Solar de la Universidad Politécnica de Valencia, publicado en la revista Science of the Total Environment, determinó que, en los meses más calurosos (entre abril y septiembre) basta tomar el sol unos 10 minutos para que el organismo produzca la dosis recomendada de vitamina D.
Además, el trabajo desveló que, en los meses de primavera y verano, los niños deberían pasar como máximo una media de 29 minutos al sol para no quemarse.
Por otro lado, la producción de vitamina D depende del color de piel, de la cantidad de ropa que llevemos puesta durante la exposición solar y/o de la hora del día en que tomemos el sol. Por ejemplo, para prevenir lesiones solares, se recomienda evitar tomar el sol entre las 11 de la mañana y las 4 de la tarde en verano.
Planifica bien la jornada para que tus hijos puedan disfrutar de un día especial de playa o piscina sin correr riesgos innecesarios.
Protección solar infantil
Una vez que hayamos determinado cómo y cuándo exponer a los más pequeños al sol, es importante optar por un fotoprotector adecuado para su piel, pero ¡atención! Durante todo el año y, especialmente en los meses de verano, es MUY IMPORTANTE aplicar crema solar a los niños a diario (incluso para ir al cole o para salir a dar un breve paseo por la ciudad).
La piel tiene memoria y el sol sale todos los días, ¡incluso aunque el cielo esté nublado!
Bebés. En el caso de los bebés, es fundamental optar por una crema específicamente formulada para ellos. Una buena opción puede ser Rilastil protector solar, alta protección con textura ultrafluida: apto a partir de 0 meses, destaca por su acción hidratante, antioxidante, calmante, suavizante y regeneradora.
Pieles atópicas. A la hora de escoger un fotoprotector, ten en cuenta las indicaciones del pediatra, así como las características de la dermis del pequeño. Por ejemplo, si el niño tiene la piel atópica, es conveniente optar por un protector específicamente testado en este tipo de pieles como Mustela niños protect solar.
Niños terremoto. Conforme los niños van creciendo y volviéndose más activos, aplicarles la crema en la playa puede ser toda una odisea. En estos casos, es posible que te resulte más fácil optar por una bruma solar, que no es más que un fotoprotector en spray. Lógicamente, también hay que extenderlo, pero notarás que esta tarea es más sencilla por su textura ligera y de fácil absorción.
¡Cuidarte es cuidarlos!
Los más pequeños son los reyes de la casa: queremos protegerlos y cuidarles por encima de todo, pero ni la memoria de la piel ni el sol entienden de edades… Por eso es fundamental que tú tampoco salgas de casa ni tomes el sol sin aplicarte un buen fotoprotector.
Además de protegerte frente a enfermedades como el cáncer de piel, puedes prevenir la aparición de manchas cutáneas y otras imperfecciones simplemente haciendo uso de un protector SPF50+ como la crema solar Avène, especialmente recomendada para las pieles muy claras o para el comienzo del verano.
Si ya no son las primeras exposiciones al sol de la temporada o tu fototipo es más oscuro, puedes decantarte por una fotoprotección SPF30+, como el gel crema Acofar que facilitará el bronceado manteniendo tu piel protegida e hidratada.
Y recuerda que, como en el caso de los niños, debes aplicar la crema al menos 20-30 minutos antes de la exposición al sol y reaplicarla cada 2-3 horas o cuando salgas del agua tras darte un baño.