Sobrevivir al cambio de hora puede ser todo un reto, ya que debemos hacer frente a síntomas como la fatiga, la falta de energía o la dificultad para dormir
Como cada otoño, el próximo día 30 volveremos a retrasar las manecillas del reloj: a las 3 serán las 2 am. Seguramente te parecerá una buena noticia, ya que dormiremos una hora más. Sin embargo, para nuestro reloj biológico, puede convertirse en todo un reto adaptativo. Por eso, queremos darte algunos consejos para sobrevivir al cambio de hora de invierno.
Ahora bien, antes de nada, responderemos a una pregunta clave: ¿por qué cambiamos la hora? El cambio de hora de invierno se realiza para adaptar nuestras jornadas laborales a las horas de más sol, de forma que podamos aprovechar más la luz natural y, por lo tanto, ahorrar energía.
Y ¿por qué nos afecta tanto? La luz del día también influye a la hora de regular nuestros ritmos circadianos, puesto que tiene un papel importante en la producción de melatonina, que es una hormona que interviene en nuestro ciclo natural de sueño.
Durante los días posteriores a retrasar el reloj, podemos sentir una sensación similar a la del jet-lag que sufren quienes viajan en avión a lugares en los que hay diferencia horaria. Por lo tanto, sobrevivir al cambio de hora implica resistir a una serie de síntomas, tales como: cansancio y fatiga, estrés, falta de energía, irritabilidad y desánimo o dificultad para conciliar el sueño, entre otros.
Esta sensación puede darse tanto en hombres como en mujeres, aunque suele ser más habitual entre estas últimas, especialmente tras la menopausia. El insomnio en estos casos puede ser también una consecuencia del final de la vida fértil y puede requerir de complementos alimenticios específicos, como Climafort sueño.
¿Cómo sobrevivir al cambio de hora?
Si quieres sobrevivir al cambio de hora de invierno, te recomendamos que sigas algunos consejos que te ayudarán a adaptarte al nuevo timing. ¡Verás cómo este año lo llevas mucho mejor!
- Busca la luz del sol. Es posible que te embajone un poco la sensación de salir de tu casa antes de amanecer y regresar a ella cuando ya es de noche. Por eso, te sugerimos que intentes sacar un ratito para pasear al aire libre, tal vez al mediodía o en el momento de la comida. ¡Recuerda que el sol, siempre con fotoprotección, es la principal fuente para la síntesis de vitamina D!
- Mantén tus horarios de comidas y cenas. Aunque no tengas tanta hambre, es recomendable que comas a la misma hora a la que estás habituado a hacerlo. Procura también cenar a una hora prudencial, dejando margen suficiente para hacer la digestión antes de acostarte.
- Incluye alimentos ricos en triptófano. Por ejemplo, los plátanos, los huevos, los lácteos o el chocolate. Se trata de un aminoácido esencial para la segregación de melatonina. Te ayudará a reactivar tu estado anímico.
- Cuidado con las siestas. Si pretendes compensar tu cansancio durante el día con una siestecita después de comer, puedes cometer un craso error. Te estarás arriesgando a no tener sueño por las noches.
- Modera el consumo de cafeína. Cuidado con el café, el té o las bebidas de cola, especialmente en la segunda mitad del día. Pueden tenerte con los ojos abiertos de par en par cuando llegue el momento de acostarse.
- Si te preocupa sufrir insomnio, puedes recurrir a complementos alimenticios a base de sustancias que estimulan la relajación y la producción de melatonina para poder disfrutar de un sueño reparador.
En el caso de los niños, puede ser conveniente optar por un formato en pulverizador, como Kurasueño, que ayuda a reducir los despertares nocturnos y los despertares tempranos.
- Haz ejercicio moderado y recuerda que, si estos días sientes que necesitas una ayuda contra la falta de energía, puedes recurrir a perfectos aliados como las vitaminas Astenolit ampollas. Si tu problema es que te ha afectado el cambio de hora de invierno más que un viaje de ida y vuelta a Nueva York, ¡volverás a ser tú mismo después de 12 días tomándolas!
