Como cada 25 de julio, acaba de celebrarse el Día de Santiago. Una fecha que nos invita a ofrecer algunos consejos para el cuidado de los pies de los peregrinos que este verano se han decidido a hacer alguna de las diversas rutas que ofrece el Camino de Santiago.
El Camino de la Costa, Roncesvalles, la Ruta Jacobea Primitiva, el Camino de Santiago francés… Tanto si estás pensando en hacerlo andando como en bicicleta, los pies son una de las partes del cuerpo que más sufren el cansancio y el desgaste a medida que van cumpliendo etapas.
Son 1.500 km que transcurren a través de flechas amarillas. Diez rutas diferentes en un enclave natural de ensueño que, por nada del mundo, querrías que un dolor de pies te impidiera recorrer.
La aparición de incómodas rozaduras, ampollas, talones agrietados y, en el peor de los casos, infecciones por hongos, son algunos de los problemas más frecuentes.
Para evitar todos estos contratiempos en el Camino de Santiago, os traemos algunas recomendaciones.
No más rozaduras
Elegir calcetines y un calzado adecuados es importantísimo a la hora de embarcarse en cualquiera de las rutas del Camino a Galicia. Para ello, debemos optar por unas botas de verano o zapatillas de trekking que sean cómodas, ligeras, impermeables y transpirables.
Mejor si tienen la suela dura sin una talonera demasiado blanda para prevenir lesiones en el tendón de Aquiles. Procura que te sujeten bien el tobillo, pero sin apretarte demasiado. Y, para que te amortigüen del suelo, puedes optar por una plantilla de espuma EVA.
Eso sí, una recomendación básica: ¡No utilizar calzado nuevo! Cuanto más adaptadas a nuestros pies estén las zapatillas o las botas que usemos, más fácil será evitar las temidas rozaduras y ampollas.
Además, hay otros hábitos de cuidado de los pies que puedes poner en práctica:
- Hidratación. ¿Sabías que usar crema hidratante para pies ayuda a prevenir la aparición de rozaduras?
Y no solo eso, sino que también evitarás sufrir los desagradables talones agrietados.
En el caso de que tengas la piel seca y tirante, deberás apostar por una crema como Eucerin Repair Plus que contiene urea, conocida por sus propiedades hidratantes y exfoliantes (lo que te ayudará a eliminar las escamas de la piel agrietada o seca).
- Lavado en frío. Antes de iniciar cada ruta, evita lavarte los pies con agua caliente, pues favorece la aparición de ampollas.
- Párate a descansar. Cada cierto tiempo, puedes hacer una parada técnica para reposar, realizar estiramientos musculares, cambiar los calcetines si están húmedos y secar bien los pies en caso de que estén sudorosos, o simplemente… Para disfrutar del paisaje.
- Polvos para pies o spray antitranspirante. Ayudan a reducir la humedad causada por la sudoración. El desodorante para pies puede contribuir a que no se produzcan rozaduras con el uso de calzado cerrado, además de evitar malos olores y el crecimiento de algunos microorganismos.
- Vaselina para las zonas sensibles. Un truco tan antiguo como efectivo. Aplicar un poco de vaselina en las zonas comprometidas puede servir para que no se produzca tanta fricción. ¡Apúntate esta solución para cuando cambies las botas y los calcetines por las sandalias con el pie descalzo!
¿Y qué pasa si se produce una rozadura igualmente? Nada como llevar siempre en la mochila apósitos para ampollas, que favorecen el tratamiento inmediato y la cicatrización de la herida. Además, son resistentes al agua y evitarán que te siga doliendo la rozadura al caminar.
Protección solar
¡No te descuides! Si bien el mejor calzado para realizar el Camino de Santiago son las botas o las zapatillas cerradas, es posible que hagas algún alto en el camino en el que dejes tu piel al aire libre.
Por ejemplo, a lo largo de las diferentes rutas y etapas, te encontrarás a tu paso playas fluviales que te invitarán a darte un baño para recuperarte del calor del verano.
Por eso, no debes olvidar aplicar protección solar en los pies, una parte del cuerpo tan en riesgo de quemaduras como cualquier otra… O incluso más, ya que tendremos la piel sensible al llevarla tanto tiempo cerrada dentro del zapato.
Así que apúntalo: en la playa o, simplemente, cuando cambies las botas por las sandalias, es fundamental que protejas tus pies para evitar rojeces o prevenir consecuencias más graves como el cáncer de piel.
Tus pies en lugares públicos
Cada año, cientos de personas se alojan en los albergues establecidos a lo largo y ancho del Camino.
Puedes estar tranquilo: se trata de lugares higienizados, que cumplen todas las normativas de Sanidad y que han adoptado medidas para prevenir el contagio de la COVID-19.
Sin embargo, no está de más que tengas cuidado, por tu propia salud y por respeto a los demás.
En las habitaciones, duchas, baños y, en general, en cualquier estancia de los albergues, evita andar descalzo o en calcetines.
Si deseas descansar los pies (lo cual te vendrá muy bien), puedes llevar contigo unas chanclas o unas sandalias de verano, que te protegerán de posibles hongos o infecciones. Y, por supuesto, no las compartas para prevenir los contagios.
Y una cosa más, tras el baño, tanto en la ducha como en las playas, presta atención a secar bien los pies. Y cambia los calcetines por otros limpios si los encuentras húmedos. La humedad es un caldo de cultivo perfecto para la proliferación de hongos y, sí… También para favorecer la aparición de unas rozaduras que, como ves, estás a tiempo de evitar.
Por lo tanto, recuerda…
Si estás atrapado en la sombra del miedo al dolor de pies mientras haces el Camino, ten en cuenta estos consejos y… Avanza, avanza.